En algún momento de mi vida decidí renunciar a mis genes agresivos, pero no puedo. Quiero decirle a todo el mundo que se vaya al diablo.
Decirle a mi padre que no todo se resuelve a gritos, que me muero por un abrazo y que todas mis frustraciones con respecto a mis novios son por su culpa.
Reclamarle a mi madre por no conocer “la receta” y por no habérmela enseñado. Por ser una niña engreída en los momentos en los que, más que competencia, necesité de una amiga, de una guía.
Gritarle a mis hermanos que llegan y que no me hagan caso nunca. Que vivo preocupada por ellos como una imbécil y que ellos ni siquiera voltean a preguntarme cómo estoy.
¿Es que a alguien le interesa de verdad cómo estoy?
¿Es que de verdad entienden cómo que me siento?
¿Es que alguien cree que es agradable querer mandar a la mierda a tu familia? A tus amigos? A ti misma?
ESTOY HARTA.
Estoy harta de prestarle más atención a los asuntos de lo que se merecen.
Estoy harta por preocuparme por el resto y que nadie se preocupe por mí.
Estoy harta de engordar.
Estoy harta de tener hambre de ansiedad.
Estoy harta de desayunar, almorzar y cenar sola.
Estoy harta de no tener tiempo.
Estoy harta de no tener disciplina.
Estoy harta de tener náuseas, sueño y vivir cansada.
Estoy harta de mis tendencias autodestructivas.
En realidad estoy harta de mí. De mi estupidez excesiva, de mi malparidez existencial, de no saber nunca qué hacer, de llorar todo el tiempo, de vivir estresada sin saber por qué, de no poder decir con firmeza “no quiero esto” porque ni siquiera tengo claro qué cosa quiero.
Me estresa no haber aprendido nunca la maldita “receta”. Me hubiera evitado tantos problemas, tanta tristeza. Pero eso sucede cuando tienes que comportarte como “adulto” porque no existe ninguno a tu alrededor. ¡Maldita sea!
Me jode no madurar como debe ser, no satisfacer las expectativas de la gente, no satisfacer las mías propias. Hoy estoy histérica. Creo que tengo derecho. ¡ESTOS DÍAS HAN SIDO UNA MIERDA!
Decirle a mi padre que no todo se resuelve a gritos, que me muero por un abrazo y que todas mis frustraciones con respecto a mis novios son por su culpa.
Reclamarle a mi madre por no conocer “la receta” y por no habérmela enseñado. Por ser una niña engreída en los momentos en los que, más que competencia, necesité de una amiga, de una guía.
Gritarle a mis hermanos que llegan y que no me hagan caso nunca. Que vivo preocupada por ellos como una imbécil y que ellos ni siquiera voltean a preguntarme cómo estoy.
¿Es que a alguien le interesa de verdad cómo estoy?
¿Es que de verdad entienden cómo que me siento?
¿Es que alguien cree que es agradable querer mandar a la mierda a tu familia? A tus amigos? A ti misma?
ESTOY HARTA.
Estoy harta de prestarle más atención a los asuntos de lo que se merecen.
Estoy harta por preocuparme por el resto y que nadie se preocupe por mí.
Estoy harta de engordar.
Estoy harta de tener hambre de ansiedad.
Estoy harta de desayunar, almorzar y cenar sola.
Estoy harta de no tener tiempo.
Estoy harta de no tener disciplina.
Estoy harta de tener náuseas, sueño y vivir cansada.
Estoy harta de mis tendencias autodestructivas.
En realidad estoy harta de mí. De mi estupidez excesiva, de mi malparidez existencial, de no saber nunca qué hacer, de llorar todo el tiempo, de vivir estresada sin saber por qué, de no poder decir con firmeza “no quiero esto” porque ni siquiera tengo claro qué cosa quiero.
Me estresa no haber aprendido nunca la maldita “receta”. Me hubiera evitado tantos problemas, tanta tristeza. Pero eso sucede cuando tienes que comportarte como “adulto” porque no existe ninguno a tu alrededor. ¡Maldita sea!
Me jode no madurar como debe ser, no satisfacer las expectativas de la gente, no satisfacer las mías propias. Hoy estoy histérica. Creo que tengo derecho. ¡ESTOS DÍAS HAN SIDO UNA MIERDA!
Eeei estoy hasta la madRe
ResponderEliminarEeei estoy hasta la madRe
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